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Islas Aleutianas, 26 |
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El Superior Provincial.Madrid, 15 de agosto de 2003. Curso 2003-04. |
“FIRMES EN LA ESPERANZA...”
Al empezar un nuevo curso, reconfortados por el periodo estivo, es más llevadero leer otra carta que quiere ser una palabra de aliento aunque, dada mi poca memoria, me repita pensando decir algo nuevo.
A casi dos años del Capítulo provincial, se hace más necesario recordar su llamada: “firmes en la esperanza...”; pues a mitad del camino, cuando se han alcanzado las primeras metas y gastados los primeros entusiasmos, empezamos a tropezarnos con las dificultades y surge la tentación de mirar hacia atrás y de pararse.
Creo que la Provincia ha dado buenos pasos en su conformación al estilo de vida somasco, en la incorporación de los laicos, en el ejercicio del ministerio del superior, en su voluntad de servicio a los necesitados y en particular al mundo de la misión; pero aún nos queda camino por andar. Es el momento en que afloran nuevos horizontes y también viejos o nuevos problemas que desafían nuestra esperanza.
¿A qué esperanza nos está llamando el Señor?
Insisto una vez más: a la de vivir enamorados de Cristo, contentos por
estar
consagrados a él; a vivir en su casa, en comunidades de fraternidad y de Paz; a
comer su Pan recibiendo de Cristo la fuerza, el consuelo y el amor; a servir a
sus pobres, mostrando la ternura y la donación de Cristo a cuantos se
nos encomiendan.
Esta esperanza, que es una promesa que el Señor nos ha hecho a través de san Jerónimo, ¿se cumple en mi, en mi comunidad, en la Provincia?
No pretendemos la perfección, pero sí tener la conciencia sincera de haber hecho unos pactos con Cristo que se están cumpliendo por ambas partes, aunque por la nuestra se sienta la necesidad absoluta de su gracia y de su misericordia. Y sin embargo, tenemos que reconocer que pervive en nosotros cierto sentimiento de resignación ante situaciones personales o comunitarias, pasadas o presentes, que tal vez consideremos insuperables y que frenan el entusiasmo por nuestra propia vocación y por nuestro camino en la provincia.
Es verdad que la ilusión y la esperanza no suelen ser sólo fruto del esfuerzo individual, ni mucho menos de lo que nos digan cartas como la presente; pero sí que pueden ser un don, que podemos pedir y recibir, de Quien nos ama hasta el extremo de querer ser el siervo que, a diario, lava nuestros pies cansados y sucios del camino. Un don que podemos incluso “merecer” cuando imitamos a nuestro Maestro y tratamos con misericordia a nuestros hermanos. Al decir misericordia, no entiendo la cortesía o el silencio para evitar o esquivar el encuentro con el hermano, sino la comprensión y el cariño en unas relaciones empapadas de franqueza y, por consiguiente, de una sana corrección fraterna.
Con sentimiento de renovada esperanza, pues, quisiera que emprendiéramos el nuevo año, acogiendo la prioridad que nos marcamos en la reunión estival de los superiores: reavivar la dimensión pastoral de nuestra vida y de nuestras obras; prioridad que va enmarcada en el apartado “Misión Apostólica” de los documentos del Capítulo provincial. De una relectura personal de este apartado y de la consideración comunitaria de los objetivos y medios que allí se indican, de cara al proyecto y programación comunitaria para este año, pueden nacer impulsos e iniciativas nuevas; en particular, en comunión con el camino de la Congregación, la de “integrar en las obras a los laicos-as, que deseen compartir nuestro carisma; promoviendo entre ellos encuentros de formación y convivencia....” (del Cap. Prov. pág.13). De todas formas el marcarse una prioridad no significa añadir más metas, sino mirar juntos, desde un ángulo determinado, a lo que es sencillo, es de siempre y es esencial.
La misión o la pastoral, nos abre a la esperanza de poder ser, por gracia de Dios, testigos del Señor y siervos de sus pobres, no sólo individualmente sino también a través de las obras que, como comunidad religiosa y en colaboración con los laicos, hacen presente las Obras de Cristo. Una esperanza tal nos empeña a mantener viva la fuente de donde nace la misión: “que sienta especialmente encomendadas a su cuidado esas ovejitas, si ama a Cristo”.
El amor a Cristo hace auténtica y fructuosa nuestra misión: yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Un amor que, como en el matrimonio, ha de ser renovado día a día a través del encuentro personal, del ofrecimiento completo, de la entrega total, incluidas las debilidades y los errores. Como a Pedro, también a nosotros Jesús nos pregunta: “¿me amas?” Y nos da la gracia de poder responder, en conciencia y conocedores de nuestra fragilidad: “tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero”. En fuerza de esta gracia Jesús nos encomienda: “cuida mis ovejas”.
El servicio fiel a los que el Señor nos encomienda, el colaborar con Él y con nuestros hermanos para avivar el fuego del Espíritu en sus ovejitas, con los dones y capacidades que cada uno de nosotros ha recibido del Señor, es la prueba y también el alimento de nuestro recíproco amor.
Sólo en esta visión de gracia y de esperanza se tienen ánimos para emprender una misión como la que la Provincia ha afrontado reanudando su empeño por abrir una fundación en África.
En la reunión de superiores de A Guarda narramos la visita a Mozambique, hecha los días del 15 al 26 de julio, por los padres Jesús Varela y un servidor. Tuvimos ocasión, gracias a la buena acogida y al acompañamiento de la Cáritas de Maputo y de los padres combonianos, de conocer la realidad del país, de conversar con sacerdotes y religiosos que ya están allí desde hace años, de encontrarnos con los obispos de Maputo y de Beira y de vislumbrar la gran necesidad de nuestro servicio por la multitud de niños y muchachos carentes de familia, de escuela y de un futuro con trabajo.
El 75% de la población tiene menos de 25 años,
6 de cada 10 niños no va a la escuela, el acceso a la salud es sólo
para el 30%,
el
SIDA y el paludismo hacen que la esperanza de vida no supere los 40 años...
Y a pesar de todo, la sonrisa abierta, el corazón acogedor, la disposición a
labrarse un porvenir y una fe participativa y festiva, que hace venir un nudo en
la garganta a los que tuvimos la suerte de participar en una de sus
celebraciones (se pueden ver, por ahora, algunas pocas fotos incluidas en
la página web de la provincia).
También hemos sopesado, con los obispos interesados y con personas experimentadas, las posibles opciones para una primera inserción de nuestra Congregación, ya sea en las "misiones" (se entiende un vasto territorio que es la parroquia con diferentes “comunidades” extendidas en él, donde hay un núcleo, que el Estado está devolviendo a la Iglesia, y que comprende las escuelas, los internados, el centro de salud, la iglesia y la explotación agrícola-ganadera que sostiene la propia misión); ya sea a través de obras específicas de educación y de atención al huérfano o abandonado.
De todo lo visto se está preparando una relación y un reportaje para la Provincia.
En la citada reunión de superiores, tuvimos un largo coloquio analizando la situación, los ofrecimientos tenidos y las posibilidades concretas de nuestra inserción. A continuación se dejó para la reunión de Consejo las decisiones oportunas. El Consejo, reunido en la tarde del día 29-08, acordó seguir adelante con el proyecto, y a este respecto decidió que los dos padres dispuestos a iniciar, el P. Jesús Varela y Juan Manuel Monzón, estén disponibles, a partir de mediados de septiembre, para comenzar su preparación, que consistirá en participar al cursillo que CONFER organiza a este fin y posteriormente en el aprendizaje de la lengua portuguesa.
Cumplida esta previa preparación, los dos padres irían a hacer una experiencia de contacto prolongado, unos tres meses, con algunas realidades en las que sería posible iniciar nuestra presencia, acompañados por los padres combonianos. Hecha la experiencia e informado el Consejo se tomarán las decisiones y compromisos que sean oportunos, contando con los debidos permisos y autorizaciones del P. General y del obispo interesado.
Además de estas disposiciones, que afectan directamente a los dos religiosos, el Consejo considera que la opción tomada implica fuertemente a toda la Provincia. En primer lugar, en cuanto se trata de una iniciativa presente desde hace tiempo en sus aspiraciones (capítulos provinciales del ‘96 y del ‘99) y “resucitada” en las consideraciones que surgieron a raíz del análisis de nuestra situación actual y del futuro de la Provincia (reunión de superiores del 15 de marzo).En segundo lugar, porque a través de los pioneros, queremos manifestar nuestra voluntad de responder a una llamada del Señor a todos nosotros. No delegamos en ellos sino que tenemos que tratar de estar con ellos y, en la medida de nuestras fuerzas, contribuir y animar a ello a cuantos sintonizan con nuestra misión.
Tener ánimos para emprender esta misión, en las circunstancias personales y provinciales en que nos encontramos, es un testimonio de fe y de valor además de una gracia del Señor a los que se han ofrecido a dar los primeros pasos. Quisiera que todos nos sintiéramos también agraciados por el Señor y que, tanto ante esta nueva obra como ante las menos nuevas, pero también casas de Cristo, nos comportáramos con la fe y la generosidad del niño que ofrece a Jesús sus cinco panes para saciar a la multitud.
Una bendición del Señor ha sido la incorporación a la labor apostólica de nuestro joven religioso Diego después de los años de formación en Casa Pino y lo será, si Dios quiere, la profesión del novicio Alejo, en Somasca, el 15 de septiembre. Junto a Rubén y a Juan proseguirá su formación de post-noviciado en Roma.
El comienzo del curso nos traerá también algunas novedades de cambios de destino. Despedimos, con todo nuestro afecto y agradecimiento al P. Luca Negro que vuelve a su querido México, recordaremos su ánimo joven, incansable, sencillo... La feliz reincorporación de nuestro hermano P. José Luis Moreno Blasco a la Provincia (ojalá la Providencia nos dé otras gratas sorpresas), la preparación de los padres que irán a Mozambique y otras circunstancias imprevistas han exigido modificaciones en las comunidades que, en algún caso, merecen el reconocimiento y el conforto a quien asume el sacrificio de la obediencia. Ruego, también, el acompañamiento con la oración y la comprensión a quien por motivos personales pide un periodo de ausencia de la casa religiosa.
Nos deseamos, pues, un nuevo año de gracia y de servicio; para ello nada mejor que ponernos en manos de María para que esté con nosotros en nuestro camino, nos ayude a confiar en Él solo y nos dé su humilde disponibilidad para cumplir la voluntad de Dios.
Con todo mi afecto.
FECHAS A TENER EN CUENTA para el curso 2003-04
Reuniones de:
A) Superiores y Consejo:
Fecha Lugar
1ª 18-19 octubre ..... Madrid
2ª 20-21 marzo ...... Caldas
3ª 5-6 junio ......... Madrid
B) Consejo:
1ª 29 diciembre ........ Aranjuez
2ª 14 febrero .......... Madrid
3ª 15 mayo .......... A Guarda
C) Pastoral:
1ª 11 de octubre ........ Aranjuez
D) Asamblea: 27 y 28 de diciembre en Aranjuez
E) Ejercicios espirituales: del 5 al 10 de julio 2004