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LOS PADRES SOMASCOS: Carisma y Obras

        1.-  S. Jerónimo Emiliani (Miani) (1486-1517), patricio veneciano, seglar, es el fundador de la Orden de Clérigos regulares de Somasca (Padres Somascos). Se puede considerar acto fundacional la reunión  con sus colaboradores  en Merano (Como), en la finca de Leo Carpani, en otoño de 1534. En ella se decidieron: nombre, centro operativo, normas generales.

Nombre: Compañía de los servos de los pobres.  "Compañía" como las innumerables compañías religiosas, civiles, militares, entre las que destaca la "Compañía del Divino Amore". "Siervos de los pobres" como los que por amor a Cristo, en todo lugar y tiempo, alivian las necesidades de los míseros, los siervos de los pobres de S. Jerónimo socorren a enfermos y, especialmente a niños huérfanos y abandonados en el Véneto y  Lombardía, asolados por guerra,  carestía, peste, en los años 1530. "Centro operativo": Somasca, aldea cerca a Lecco, políticamente territorio veneciano, eclesiásticamente de la diócesis de Milán.

La compañía de los Siervos de los pobres aseguraba consistencia, organización, continuidad a los "asilos" para huérfanos, huérfanas, convertidas, que S.  Jerónimo desde 1531 iba abriendo en las ciudades de las regiones Véneto y Lombardía. En Venecia tres años antes había abierto dos escuelas-taller para niños y había dirigido el hospital del Bersaglio y trabajado en el hospital de los Incurables. Por orden de su director espiritual e invitado por los obispos de Verona y Bérgamo, Giberti e Lippomano, recorrió Pádua, Vicenza, Verona,  Bérgamo, Como, Milano; en 1534 los asilos eran ya unos 16 y los colaboradores  voluntarios se a cercaban a 300, La compañía iniciaba su andadura entusiasta y esperanzada. Sin embargo los viajes continuos del Fundador y su inesperada muerte el 8 de febrero de 1537 no le permitieron alcanzar una adecuada formación religiosa y profesional. Reunida en Somasca, a pesar de todo, decidió continuar después de la muerte de su fundador.

        2.-  S. Jerónimo había dejado como herencia un amor apasionado a Cristo y a los pobres, una actividad desbordante y una asidua oración contemplativa. Antes de morir dictó para los suyos tres consignas: desprecio del mundo porque pasa; seguir el camino del crucificado; servir a los pobres. Además dejó seis cartas, redactadas en 1536-37, documentos insignes de sabiduría bíblica, contemplación, equilibrio pedagógico, entrega y organización.

Las líneas maestras de la espiritualidad de la Compañía de los Siervos de los  pobres puede resumirse del modo siguiente:

    A.  Vida religiosa:   1. Estar en Dios: "si la compañía estará en Cristo, se alcanzará el objetivo; de no ser así todo se perderá (carta 1, 5). Cristo, dulcísimo Salvador, dulce Padre nuestro, Amor mío y Dios mio".

                                    2. Presencia de nuestra Señora: "para obtener esta gracia, acudamos a la Madre de las gracias, diciendo: Ave María" (nuestra oración)

                                    3. Adhesión a la Iglesia y a la Jerarquía, con activa participación en que sea santa: "Dulce padre nuestro Señor Jesucristo, Te rogamos reformes a la cristiandad entera según el estado de santidad de los tiempos de los santos apóstoles" (nuestra oración).
Consecuencia de la adhesión a la Iglesia, la actividad catequística en los pueblos del campo, cono antídoto a la propaganda protestante luterana: con sus alumnos, preparados con un texto a preguntas y respuestas del religioso dominico Reginaldo,  S. Jerónimo realizaba funciones religiosas con cantos y diálogos.

    B Apostolado.  En el apostolado educativo-asistencial los principios son los siguientes:

                                    1. Trabajo, devoción, caridad: los tres son el fundamento de las Obras (carta 1,17).

                                    2. Confirmar la Compañía en paz y en la observancia de las buenas costumbres y en la devoción; enviar a los hospitales a cuantos no trabajen con paz, devoción, modestia (carta 1,4).

                                    3. "Quiero vivir y morir con ellos": es la respuesta a un amigo que, encontrando a Jerónimo enfermo junto con sus niños, quería llevarlo a su casa para curarlo. Compromiso del educador somasco: el don de su presencia, siempre, dondequiera.

Con estas alforjas la Compañía de los Siervos de los pobres, a la que el pueblo llamará pronto "Padres de las obras y de los pobres" vive en la Iglesia después de 500 años, como había previsto S. Jerónimo: "humilde" familia "que manifiesta su propia entrega  a Cristo en el servicio de los pobres" (CCRR, n. 1).

        3.-  Los primeros tiempos después de la muerte del Fundador fueron particularmente difíciles. El propio S. Jerónimo, en una carta amarga,  fechada a menos de un mes de su muerte, lamenta carencias de caridad, humildad de corazón, afán de apostolado; religiosos sin mortificación, sin obediencia, sin espíritu de observancia. De otra parte las aprobaciones (nuncio Aleandro en 1434, Juan María Toso, vicario de Milán, en1538, Monseñor Lippómano, obispo de Bérgamo, en 1538, Pablo III en 1540) nunca otorgaron seguridad y estabilidad canónica. Había abandonos continuos. En 1546 P. Agostino Barili, al que S. Jerónimo había hecho superior de la Compañía, propuso la unión, que no fusión con los Teatinos ya plenamente reconocidos como orden de clérigos regulares.

S. Cayetano de Thiene y el card. Pedro Carafa, luego Pablo IV, estaban informados sobre la actividad de san Jerónimo y, desde luego, eran muy interesados por la Compañía de los Siervos de los Pobres. La propuesta de unión fue aceptada; y la unión duró 10 años, con beneficios para ambas partes: para la Compañía en relación a organización y formación; sin embargo, las desavenencias por el carisma muy distinto obligarán al Card. Carafa, elegido papa Pablo IV, gran fautor de la unión, a firmar el decreto de separación.

El 6 de diciembre de 1568 el papa Pio V, admirador de san Jerónimo cuando era inquisidor, convencido por la opinión favorable de los cardenales, entre ellos de S. Carlos Borromeo -que honró a S: Jerónimo como santo en Somasca -, dio a la Compañía de los pobres la necesaria estabilidad  jurídica, transformándola en Orden De Clérigos regulares de Somasca con la bula  "iniunctum nobis". Amplió además el campo de apostolado, encargándola de dirección de Seminarios diocesanos y de colegios de enseñaza para nobles. Desde entonces hasta final del siglo XVIII la Orden de Somasca alcanzó gran prestigio en instituciones y personajes.

En una  revisión crítica de la historia de la Orden Somasca los religiosos de ahora lamentamos que, en los dos siglos de esplendor, la actividad de la Orden  haya renunciado a la expansión fuera de Italia y que las obras originales en favor de niños huérfanos y abandonados hayan sufrido un retroceso a segunda línea.

La consecuencia nefasta de limitarse a Italia ha sido la amenaza a su supervivencia, cuando las supresiones, primero del régimen napoleónico y luego del gobierno Italiano, obligaron a cerrar comunidades y obras.

        4.- La actualidad. Los pocos religiosos somascos, ancianos en su mayoría, y las pocas obras se alegraron en el inicio del siglo XX por el inesperado florecimiento de la Orden. Nuevas generaciones infundieron nueva savia a las obras, impulsaron la expansión fuera de Italia y, en las nuevas fundaciones, sintonizaron mejor con S. Jerónimo. Ha sido el consuelo divino después del largo y amargo calvario del siglo XIX.

Aspectos interesantes de este florecimiento son:

  • estudio serio y reflexión profunda sobre el Santo Fundador y el carisma de los orígenes de la Compañía de los siervos de los pobres. Se publicaron en los últimos años una decena de biografías de S. Jerónimo y varios volúmenes de investigaciones;

  • Revisión de las Constituciones, muy importante en lo relacionado con el gobierno;

  • Adaptación, en Italia, a la legislación social que decretó la muerte de instituciones tradicionales: se abrieron casas  para menores y centros para recuperación de drogadictos; se realizó la inserción de seglares participándolos en carisma y responsabilidad;

  • En los países, en los que está actuando la Orden, se abrieron centros de enseñanza, centros de asistencia e internados en zona deprimidas.

Desde la segunda mitad del siglo XX las nuevas fundaciones superan las 80 en Europa (Italia, España, Rumania, Polonia), en Asia (Filipinas, India, Sri Lanka) en América (Brasil, Colombia, Ecuador, San Salvador, Honduras, Guatemala, México, USA). Si el Señor mantiene el ritmo vocacional actual, las perspectivas para el futuro son positivas.

        5.-  Los religiosos somascos llegaron a España en 1957. La finalidad era ayudar el desarrollo de las obras somascas en Centro América. Aprovecharon la oportunidad de una fundación para instalarse en La Guardia (Pontevedra) y abrir una escuela para el pueblo. Al año siguiente fueron invitados a dirigir el colegio S. Fermín en Caldas de Reis (Pontevedra), abandonado en los años de la guerra civil por los Hermanos de la Escuelas Cristianas.

Llegaron luego a Aranjuez, para relevar un colegio de patronato. Más tarde, para los alumnos de este colegio, abrieron una residencia universitaria en Madrid. Se encargaron en 1983 de la parroquia del Santo Rosario en Badalona (Barcelona) y en 1985 del Llar Santa Rosalía - casa de menores (Cataluña). Centros vocacionales en Galicia (Caldas de Reis y Santiago de Compostela) y en Castilla (Tarancón y Aranjuez) dieron en pasado buenos frutos. En estos últimos años nos afecta también a nosotros la crisis de vocaciones.

En Resumen: La Orden Somasca en España dirige tres colegios concertados de educación infantil, enseñanza primaria, secundaria, uno de bachillerato, uno de formación profesional, dos casas para menores; una parroquia, una residencia universitaria.

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