DE LA CARTA FUNDACIONAL

I. El carisma educativo de las Escolapias tiene su origen en una mujer, Santa Paula Montal y Fornés, nacida en Arenys de Mar, provincia de Barcelona, en el año 1799.

Paula Montal al ver la marginación cultural de la mujer de su época, en una sociedad que se abría al desarrollo industrial y al progreso, intuye la necesidad de la educación de la mujer como base del desarrollo familiar y social. Sintetiza su objetivo en el lema “Quiero salvar a las familias enseñando a las niñas el santo temor y amor de Dios” y abre nuevos caminos, que darán origen al nacimiento del “Instituto Hijas de María, Religiosas de las Escuelas Pías”.

Paula Montal y sus primeras compañeras, haciendo suyo el ideal educativo de San José de Calasanz, estructuran su obra según la espiritualidad y pedagogía calasancia. El lema “Piedad y Letras” es la expresión del estilo educativo escolapio, concebido como síntesis entre formación cristiana y promoción humana, entre fe y cultura. Superando la legislación pedagógica de su tiempo, creó escuelas con un amplio programa educativo, que se extendieron por toda la geografía de España. Actualmente el Instituto tiene 28 centros en territorio español y otros en diversos  países de Europa, África, Asia y América.

II. Las Escolapias ofrecemos nuestras escuelas, centros de la Iglesia Católica, como un servicio a la sociedad a través de la educación de la infancia y juventud y una ayuda permanente a la familia. Estas escuelas se han caracterizado, desde sus inicios, por ser populares, por estar abiertas a la diversidad de culturas y clases sociales, con preferencia a las más necesitadas. El carácter abierto y flexible del estilo educativo ha permitido la adaptación constante a las necesidades de cada lugar impartiendo una educación que abarca la totalidad de la persona, concebida como un ser singular, social y trascendente.

En esta adaptación a los lugares y tiempos, se han abierto a la coeducación, considerando que es una riqueza para ambos sexos compartir los espacios educativos y recibir una educación e instrucción conjunta.

III.  Las Escolapias continuando con la orientación que Paula Montal dio a la educación, quieren forjar personas, educando la libertad y para la libertad, en el amor y para el amor, la autenticidad y la coherencia, la sencillez y el servicio, la creatividad y la expresión artística, la búsqueda de la verdad y el aprendizaje basado en el interés y la motivación.

La responsabilidad social se educa en la igualdad de derechos para todos, en la justicia y la solidaridad, en la sobriedad y el consumo racional, en el compromiso y el amor al trabajo bien hecho como entrega y servicio a los demás, en la aceptación de la diversidad, en el amor a la cultura del propio país, en el respeto por la naturaleza y el entorno.

En la dimensión trascendente se ayuda a los alumnos y alumnas para que se abran a la acción de un Dios que les ama entrañablemente, educándolos en la gratitud y la admiración por la vida y la naturaleza, en la reconciliación y el perdón que favorece la convivencia y la paz, en la esperanza, en la gratuidad y la alegría, ofreciéndoles una progresiva evangelización a través del conocimiento de Jesús y la vivencia del mensaje del Evangelio, respetando siempre su libertad.

IV.  Para realizar esta misión tan delicada, se necesitan personas vocacionadas, creyentes, entregadas, abiertas al cambio, capaces de trabajar en grupo, con unas buenas relaciones personales, identificadas con esta propuesta educativa y con un gran amor a la persona que se educa.

Estas líneas educativas, que constituyen la raíz de nuestra manera de educar, se van adaptando a las distintas legislaciones y a los avances y transformaciones sociales, en reflexión y trabajo conjunto de religiosas y seglares.

V. Para ser fieles al objetivo de nuestro Instituto queremos continuar formando a la niñez y juventud actual según nuestro Carácter Propio.

Estamos inmersas en una sociedad de profundos cambios sociales, políticos, culturales y religiosos, que inciden en el campo educativo, originando nuevos retos, que exigen nuevas respuestas y conllevan una constante innovación educativa.

Para poder dar respuesta a estos retos es necesario realizar acciones conjuntas y coordinadas en Misión Compartida, que implican la reorganización de los centros y las formas de gestión de los mismos. Desde este convencimiento, decidimos constituir esta Fundación con una finalidad exclusivamente educativa, tal como se expresa en sus Estatutos.

Esta finalidad siempre se desarrollará de acuerdo con los principios básicos de una formación sólida y coherente, impregnada de valores evangélicos, en comunión con la Iglesia Católica y en fidelidad creativa al carisma de Santa Paula Montal.

La Fundación se constituye como el marco jurídico que proteja estos fines y los vaya potenciando. Los órganos de gobierno, representación, administración, dirección y gestión de la Fundación velarán por el logro de sus fines e irán concretando en cada momento las actuaciones necesarias para alcanzarlos.

Esta Fundación quiere aportar a la sociedad una estructura educacional abierta y justa, no discriminatoria, que favorezca el acceso a la educación, a la cultura y a la formación a niñas, niños y jóvenes, en especial a los que socialmente son más desfavorecidos, desde el respeto a la persona  y con una clara propuesta evangelizadora.

Quiere ofrecer también a todos los que intervienen en el proceso educativo los recursos necesarios para la renovación pedagógico-pastoral y para la propia formación como educadores y educadoras y así llegar a ser auténticos Cooperadores de la Verdad.

Como respuesta al mundo de hoy y siempre fieles a nuestro estilo educativo, religiosas y seglares queremos seguir educando a nuestros alumnos y alumnas para que sepan convivir en una sociedad plural, intercultural y democrática, y amando y buscando la verdad participen en la construcción de un mundo cada vez más justo y más humano.

 

Manifiesto de la Carta Fundacional

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