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La vida de nuestra hermana María fue motivo de acción de gracias para la Congregación, para la comunidad y para el pueblo de Mérida.
Su familia fue una familia cristiana. En ella aprendió, entre otros valores, la generosidad y el trabajo y en su seno fue creciendo su vocación. Fue maestra eficaz e incansable, escolapia desde lo más hondo. Gozaba en su clase, con niños… Estuvo con ellos aun en las temporadas de duros tratamientos médicos La comunidad hemos admirado a María por su fortaleza en el dolor, que ha soportado valiente y sin quejarse, intercalando una sonrisa cuando este era más fuerte.
En medio del cariño y la amistad fraterna se fue apagando, en silencio y en paz, siguiendo la llamada del PADRE.
Son muchos los testimonios de antiguos alumnos, de padres de familia, de profesores y compañeros que a lo largo de tantos años han compartido la misión de educar en el colegio Santa Eulalia de Mérida.
María, te encomendamos el colegio, a tu familia, a la comunidad para que nos tengas en tu recuerdo e intercedas por nosotros ante DIOS, PADRE BUENO, que nos cuida siempre.
Tu comunidad “Santa Eulalia” de Mérida.
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