¡¡DESCÁLZATE!!

Elena de Francisco. Sch. P.

La tierra que pisas es sagrada... da igual que tus pies te parezcan bonitos o feos, que la tierra que pisas te guste más o menos, ¡descálzate! tu tierra es sagrada, es la porción de tierra que el Señor te ha prometido porque es la tierra donde Dios va a obrar.

Estás llegando..., como estás, con lo que te ocurrió ayer y antes de ayer y con lo que te ha ocurrido dentro en eso que te ha ocurrido. No temas, Dios te sondea y te conoce, también a tus hermanas, te cubre detrás y delante y su mano está sobre ti. No te preocupes de lo que sientes y expresas, estás aquí y eso... ya es suficiente.

"Sólo importa Él... puedes empezar de nuevo" Acoge su presencia, reconoce que siempre ha estado ahí y estate agradecida por su don, porque siempre está y siempre acoge. Relaciónate con Él, sin importar más que la relación misma, acógete y acoge lo que venga con la certeza de que caminas con Él, abandónate en Su Presencia y déjate conducir donde Él quiera.

Le has intuido, sabes que ha estado, aunque esta vez no le has visto, has contemplado la vela que arde y se gasta para Él, mil imágenes han venido a tu mente pero has permanecido sabiendo que lo que aquí te trae es más grande que las brisas o que los vientos que sientes de un lado a otro.

Ya le has visto, se te ha hecho presente, ha sido la primera, pero sabes que no será la última, en estos días, porque para eso has venido. Y lo ha hecho como otras veces, con preguntas, ¿Dónde estás? ¿Dónde está tu hermano? ¿Qué has hecho?, y has dejado resonar en ti las respuestas, esas que te hablan de tu miedo, de lo que haces cuando lo sientes y de cómo lo perciben otros. Cultiva las relaciones, esas que sabes que te hacen crecer, que ensanchan el espacio de tu tienda, confía en Dios y en los otros y sal a su encuentro.

El día acaba y Dios es bueno, te ha visitado por su entrañable misericordia, se ha manifestado haciéndote tomar conciencia de dónde estás, de tu miedo y de lo que haces con él. Te acoge y te cuida y te invita a acogerte a ti también. Te ha invitado a centrarte en Él para que desde ahí las demás relaciones, los demás vínculos, tengan un sentido nuevo donde Él sea el centro. Le has pedido su mirada y su acogida, le has pedido su Espíritu para caminar donde Él quiera y fe para creer en la Palabra de su Hijo: "No tengáis miedo"

Hoy has contemplado a Jesús en su pueblo (pueblo), en su cotidiano, donde todos le conocen, seguro de su misión salvífica y te has sentido invitada a sanar sin importar el día que sea, ni el contexto ni el lugar, a ir más allá de lo útil, más allá del sentimiento y permanecer porque Él te está esperando.

Te has sentado con Él a la mesa, una mesa que no es excluyente, le has visto partirse y repartirse y te ha invitado a ofrecer el pan y los peces de hace tres días, sabiendo que es lo que tienes, haciéndolo incluso con quien te entregue, aunque coma contigo.

Has derrochado tu frasco de perfume de nardo, ese "estar, tan sólo estar", porque eso es hacer lo que has podido. No te ha importado si es mucho o poco, no has esperado más de ti, sabes que es lo que puedes dar y has gastado todo lo que tienes, la vida misma en Él y en Su Reino.

En el día de hoy te ha llevado al desierto, ha arrasado tu viñedo y tu higuera, de los que decías que eran tu salario, te ha gritado al oído recordándote tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo, cuando le seguiste por el desierto, por la tierra no sembrada; hoy ha sido un día en el que te ha abierto camino en el desierto, ha trazado una senda en la estepa, ha abierto arroyos y manantiales, convirtiendo el desierto en lagunas y la tierra árida en aguas para que todos vean y sepan, adviertan y consideren que es Su mano la que lo ha hecho. Hoy te has dado cuenta de que has perdido una moneda, no sabes ni dónde ni cuándo y, desde ese momento, anhelas barrer tu hogar y encontrar esa moneda que has perdido por tu descuido y le has pedido con insistencia que no se canse de buscarte con su amor y que su luz guíe tus pasos en lo oscuro del camino. Por eso has podido celebrar con Él y con toda la Comunidad la fiesta del Perdón.
Un monje trapense que vivió en el Atlas (Argelia), en la década de los 90 te hace recordar que tu vida está entregada a Dios y a la misión por eso dedicas este día a acompañar y contemplar a Cristo en su Pasión y en la Pasión del mundo. Sabe que va a ser entregado para ser crucificado y te invita a ir descubriendo en ti dos actitudes: la de la mujer que hace lo que puede y le unge con perfume y también la de Judas que vende y traiciona. Has podido permanecer junto a Él eligiendo estar ahí, donde te toca y te invita a hacerlo de este modo en tu día a día.
Un día nuevo comienza y, muy de mañana, te sientes invitada a reconocerle resucitado cada día, a reconocer y acoger la vida nueva que te ofrece, la vida nueva que es Él cada día porque sabes que teniéndole a Él no se puede vivir triste, aunque haya dificultades. Al final del día puedes decir ¡¡Ha resucitado!!... porque el encuentro con Jesús siempre pone paz en medio del miedo y abre las puertas cerradas.

Es hora de volver a Galilea, a Nazaret, a tu pueblo (pueblo), las personas que encontrarás serán las mismas, quizá las mismas dificultades, pero sabes que llevas dentro el corazón encendido con el rescoldo de una Presencia, que sabes que te acompaña siempre.